Del corazón de Guatemala a las profundidades de la Tierra
Carla Deyanira Gordillo Barranco
Realicé todos mis estudios en el colegio Belga Guatemalteco, enfrentando retos debido a mi corta edad, ya que mis compañeras eran dos años mayores que yo. En el momento de elegir mi carrera de nivel medio, mi deseo era ser maestra, pero mis padres sugirieron que obtuviera el bachillerato. Para cumplir con ambos objetivos opté por las mañanas cursar bachillerato y por las tardes, en el Instituto Normal para Señoritas Centroamérica (INCA), magisterio. Participé en seminarios, prácticas docentes y programas de alfabetización.
Inicié mi formación universitaria en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) a los 17 años, mientras cursaba el último año de magisterio. La oportunidad académica en el extranjero llegó cuando se abrieron inscripciones para la Universidad de Guanajuato, México. En junio de 1985, me enfrenté a las pruebas de admisión y viajé en autobús hacia lo desconocido. En agosto de ese año, mis padres recibieron la noticia de que había sido aceptada. La emoción, el miedo y la alegría se mezclaron.
Terminé mi seminario de magisterio, realicé exámenes por suficiencia y me embarqué en la aventura de vivir, estudiar y soñar en México. En septiembre de ese año, llegué a Guanajuato para iniciar mi carrera como ingeniera Geóloga Minera. Esta industria estaba dominada, en su mayoría, por hombres, lo que representaba retos y desafíos diarios
desde los compañeros hasta los profesores, quienes cuestionaban la presencia de una mujer en esta carrera.
El factor económico también era un determinante; aunque mi familia apoyaba, no era suficiente. Comencé a trabajar en proyectos como dibujante para cubrir mis gastos y cumplir con horas sociales obligatorias como asistente en la biblioteca. Mi rendimiento académico me permitió obtener becas de alimentos y libros. En 1991, fui reconocida como la “Mejor estudiante de México”, premio otorgado por el presidente de ese momento Carlos Salinas de Gortari.
De regreso en Guatemala, casada y con tres hijos, continué mi formación obteniendo una maestría en Ciencia y Tecnología del Medio Ambiente por la Universidad de Cádiz y la USAC. He contribuido significativamente a la industria minera del país, desempeñándome como docente universitaria y realizando aportes destacados en el ámbito de la investigación, lo que me ha valido reconocimientos.
Tengo la satisfacción de ser una profesional apasionada por las ciencias de la Tierra, además de ejercer la educación y la investigación, contribuyo con la difusión del conocimiento a través de publicaciones científicas, cursos, ponencias, asesoría de tesis, entre otros. Así como, con el proyecto de museo móvil con el que he recorrido el país con la exhibición de rocas y minerales.